sábado, 25 de julio de 2009

Ensayo. Sociedad Disciplinaria y Sociedad de Control aplicado a la película Storytelling

I.- El concepto más allá de la teoría.

Este ensayo analizará la película Storytelling lanzada en 2001 por el director Todd Solondz, donde se cuentan dos historias, “No Ficción” y “Ficción. La primera relata la vivencia de una clase de poesía, centrada en tres personajes principales, un alumno con parálisis cerebral, su novia, una estudiante decadente y sadomasoquista y su profesor, una persona sarcástica, dura y de color. La trama gira en torno al sexo, la dominación, el deseo, los complejos y el poder que cada personaje tiene sobre el otro.

La segunda historia cuenta el caso de una típica familia norteamericana, mamá, papá, hijo mayor, hermano menor y un ama domestica que es de origen latino. En esta trama se cuenta la historia del hijo mayor y su obsesión por ser conductor de un talk show*, el hermano menor un personaje que resalta por su alto contenido racial en contra del ama domestica por su origen latino, un padre que trabaja a diario para conseguir un nivel de vida que no tiene y una madre neurótica que piensa que todo esta bien como esta.

A pesar de ser una trama con un clara critica a la sociedad Norteamericana y como el pertenecer a una cultura distinta hace ruido en cuanto no vivimos en el mismo contexto, resulta pues en una visión que bien puede aplicarse a cualquier sociedad y más en la actual donde la globalización y la homogenización de las personas cada vez se hace más evidente.

No es de extrañar que Storytelling, contenga elementos que permitan acercarnos y mirar desde un perspectiva mucho más crítica la realidad en la que el ser humano se esta moviendo, sus debilidades, necesidades, frustraciones etc., pero a su vez, observar cómo el poder que esta en juego sólo lo poseen unos cuantos, lo demás queda limitado a la resistencia o al mantenimiento del status quo.
La primera parte de la película, refleja lo que Elías Canetti llama el aplastar, cómo nos movemos frente al otro y cómo es que miramos al otro, en este triángulo amoroso pareciese que el profesor es el aplastante, la alumna es la aplastada y el novio de la chica es el relegado, pero realmente opera de otra forma, quién domina y aplasta al otro, son el chico con parálisis y su novia, bajo una mascara que cubre su identidad real pasan por encima del otro, uno bajo su estado condiciona la relación que se tiene o se debe de tener (chica), el otro domina en cuanto a lo que quiere hacer y se puede hacer (chico) y el profesor realmente queda en un estado pasivo de simple deseo y obsesión, pero de los otros hacia él, “la presión puede llegar hasta el aplastamiento. Cuanto más peligrosa sea la presa, mayor será la presión que se le aplique, hasta finalmente aplastarla […] Aunque más que la peligrosidad y la furia, es el desprecio lo que nos impulsa a aplastar”.[1] Encontramos pues un elemento racial que se torna en contra del profesor, es decir, hay que aplastar lo desconocido, lo que no es perteneciente a.

Es pertinente hablar sobre lo que Foucault llama el poder, cómo en este triángulo esta presente y se reproduce por la disposición que cada uno tiene hacia ello, por ejemplo, tiene que haber un punto de constante tensión entre los sujetos inmersos en la esfera del poder para que este exista. Foucault dice que no existe el poder cuando la condición esta dada y cada uno toma y acepta su papel, es más bien un juego donde cada uno estira y afloja para su sobrevivencia (en la Grecia aristotélica, no existía el juego de poder entre los esclavos y los amos ya que cada uno sabia de su condición y la aceptaba sin más).

Para Foucault, el “poder no es solo una cuestión histórica, sino algo que forma parte de nuestra experiencia”.[2] Es decir, vivimos bajo una red de control y de poder y cada experiencia que se tenga de ello va conformando esa compleja trama.
Entonces, en el juego de estos tres personajes, es hablar por supuesto de la categoría que cada uno o que la sociedad les ha impuesto para mantenerse dentro de una estructura, mientras esté legitimado está bien, por tanto tiene que haber noción o no de esa imposición. De pronto parecería que la película desentona con la realidad pero realmente lo que nos ofrece es ese acercamiento al contexto social en el cual vive el hombre, “esta forma de poder se ejerce sobre la vida cotidiana inmediata que clasifica a los individuos en categorías, los designa por su individualidad propia, los liga a su identidad, les impone una ley de verdad que se ven obligados a reconocer y que los otros tienen que reconocer en ellos”.[3]

En la segunda parte de la película ocurre algo similar, las relaciones de poder y las relaciones de dominio se vislumbran claramente en cada uno de los personajes, el padre víctima de una estructura social que no le permite más que acceder a un nivel medio de vida, la madre neurótica que vive una realidad que no opera bajo ningún tipo de circunstancia, el hijo mayor obsesionado, pero a la vez sin ningún tipo de aspiraciones que le permitan llevar a cabo objetivos definidos, y el hijo menor quien resulta un personaje muy peculiar que en momentos puede llegar a desesperar, pero que a final de cuentas es víctima de los acontecimientos que vive.

Esta familia se caracteriza por vivir en una estructura de poder tal que pareciera no tener vías de escape o alternativas ante la situación, aunque pudiese parecer que no es así, la realidad refleja que el mantenimiento del status quo esta presente, y a su vez algo que Deleuze llama el deseo, a partir del poder, nos dice que:

El deseo es codificado por el poder, significa que quienes ejercen un poder buscan “interpretar” el deseo de aquellos sobre los que ejercen hegemonía. Es decir, darle una representación para que se haga consiente. De manera tal que al codificar el deseo se torne manejable. Se torne también previsible y “despotencido” para los cambios. Es de gran utilidad para quienes ejercen densamente poder, que las personas se apeguen a ciertas representaciones del deseo.[4]

Así entonces el deseo que cada actor tiene respecto de la sociedad en la cual se encuentran resulta ser, y según Deleuze una producción social, estamos determinados en ese entrampado de redes dinámicas y de poder y actuamos bajo las mismas condiciones.

Pero cabe aclarar que se da en cierto tipo de niveles y opera, sino de igual manera si de forma semejante. Por ejemplo en el caso del chico que tiene un obsesión con el hecho de ser conductor de un talk show, podemos aplicar otro de los conceptos que nos ofrece Deleuze, el delirio, nos dice que, “se deslaza entre dos polos, uno tiende a homogeneizar el deseo de las grandes poblaciones desde los centros de poder y el otro trata de huir de esa masificación deseante codificada, siguiendo alguna posible línea de fuga del deseo. El delirio es el movimiento de los flujos del deseo. Puede ser paranoico esquizofrénico o perverso”.[5]

Durante todo el desarrollo de la película son elementos que están presentes en todo momento y los personajes entran y salen de estas variantes, tanto buscan líneas de fuga que les permitan enfrentarse al orden, pero a su vez siguen estas líneas del deseo masificado y se comportan y actúan bajo este tipo de imposiciones.

Me parece entonces pertinente hablar de la dominación, otro de los mecanismos con los cuales opera la estructura del poder, por tanto: “debe entenderse por dominación, la probabilidades encontrar obediencia dentro de un grupo determinado para mandatos específicos (o para toda clase de mandatos). No es por tanto, toda especie de probabilidad de ejercer poder o influjo sobre otros hombres […] puede descansar en los más diversos motivos de sumisión: desde la habituación inconsciente hasta lo que son consideraciones puramente racionales con arreglo a fines”.[6] Podemos dar cuenta del papel que la dominación juega en la vida cotidiana y que en ocasiones pasa inconscientemente y tiene una habituación y una introyección que se ven reflejadas en el acto mismo del hombre.

En este sentido resulta importante hablar nuevamente del poder, la dominación, el deseo y del delirio como formas operantes en la estructura social occidental, es decir, debemos entender al poder como una constante dicotomía y una tensión que los sujetos utilizan como medio de conformación de la hegemonía, el poder como la acción sobre otra acción. La dominación por su parte es vista como “una estructura global de poder cuyas ramificaciones y consecuencias se pueden encontrar hasta en los más sutiles nexos de la sociedad; pero al mismo tiempo en una situación estratégica más o menos adquirida y consolidada en un enfrentamiento de amplia duración entre adversarios”.[7] El deseo como la forma en la cual el poder busca consolidar su hegemonía, no lo deseo si no lo veo, se busca crear un deseo que posiblemente no exista para ejercer un dominio y que la lucha por el poder quede aplastada, si a esto le aumentamos el delirio como otra forma, de por un lado, homogeneizar el deseo de la sociedad y por el otro individualizar a los mismos, tenemos que resulta en una densa bifurcación con enmarañados que son difíciles de percibir pero que cotidianamente nos mueven a actuar de una o de otra forma, el poder es una complejidad llena de tejidos espesos que ponen al hombre en un devenir por la supervivencia.

Hasta este punto hemos revisado un poco lo que para Foucault y para Deleuze significa el poder, asimismo se intento hacer convergencia en puntos y crear un análisis que nos permitiera adentrarnos a entender cómo es el proceso complejo del poder aplicado a una película. A continuación se abordaran dos tópicos que resultan muy interesantes de observar, la sociedad disciplinaria y la sociedad de control.

II.- De la disciplina al control.

Durante la historia de las sociedades, los mecanismos de poder se han ejercido de distinta manera de tal forma que permita tener una disciplina y un control para que la estructura no se venga abajo. Para Foucault como par Deleuze las sociedades dependiendo del tiempo en el cual se este, serán disciplinarias o de control.

Comencemos por Foucault. Desde una historiografía del poder en donde se nos cuenta la historia de los vencedores y no la de los vencidos, se va construyendo un modo de dominación a través de este discurso histórico plagado de arbitrariedades, una lucha de razas (que existió desde el siglo XVI hasta finales del siglo XIX aplicado al XX), pero no en el sentido peyorativo de la palabra sino de la forma en la cual la construcción de la historia se formo a partir desde dónde y quiénes la contaron, ya no es una historia de soberanía, más bien la lucha de razas opera como una contrahistoria.

En el siglo XVI y principios del XVII. El discurso histórico ya no va a ser el discurso de la soberanía, y ni siquiera de la raza, sino el discurso de las razas, del enfrentamiento de las razas, de la lucha a través de las naciones y de las leyes. […] La soberanía no vincula, sojuzga. Y el postulado de que la historia de los grandes contiene a Fortiori la historia de los pequeños, el postulado de que la historia de los fuertes acarrea consigo la historia de los débiles, va a ser sustituido por un principio de heterogeneidad: la historia de unos no es la historia de los otros.[8]

En este sentido Foucault plantea que la sociedad se rige bajo las condiciones que son dadas y que existen formas de resistencia que permiten al hombre enfrentar al dominador, la libertad que el acto de la lucha de razas tiene es el elemento que permite luchar en contra del poder y en contra de la opresión y la tiranía.

La historia que surge entonces, la historia de la lucha de razas, es una contrahistoria, esta contrahistoria no sólo disocia la unidad de la ley soberana que obliga, sino que, por añadidura fractura la continuidad de la gloria. Pone de relieve que la luz no es algo que petrifica, solidifica, inmoviliza el cuerpo social en su totalidad, y por consiguiente lo mantiene en el orden, sino que, en realidad, es una luz que divide, ilumina de un lado pero deja en la sombra o expulsa a la noche otra parte del cuerpo social. Y la historia, la contrahistoria que nace con el relato de la lucha de razas, va a hablar precisamente del lado sombrío, a partir de esa sombra.[9]

Y precisamente esta contrahistoria, esta plagada de lucha y de resistencia por que sea vista y reconocida la parte oscura, es preciso señalar el papel de la biblia como una contrahistoria, esto porque va a ser un punto fundamental en la construcción de las sociedades disciplinarias, ya que como contrahistoria bíblica funciono en su momento pero posteriormente paso a ser una estructura de poder que hasta la fecha sigue vigente.

La sociedad disciplinaria expuesta por Foucault se basa justamente con la salida de la Edad Media y las formas que se tienen para el dominio de la sociedad. El vigilar y castigar es una expresión del poder y de cómo se va construyendo, nos habla entonces de las sociedades con lepra y las sociedades apestadas y de la forma en que opera cada una, la primera se basa en la exclusión y la segunda en el dominio, “la lepra y su división: la peste y su reticulado. El exilio del leproso y la detención de la peste no llevan consigo el mismo sueño político. El uno es el de una comunidad pura, el otro el de una sociedad disciplinada”.[10]

La sociedad disciplinada se caracteriza por la forma en la cual se establece el control y el dominio sobre las sociedades, por medio de la visibilidad y el encierro, es una doble jugada de acción donde el sujeto de la represión es colocado en un lugar especifico, “donde le corresponde estar”, y es vigilado, pero este no se sabe así, estamos hablando entonces de una doble coacción, en donde las instituciones de la sociedad principalmente occidental emplean este mecanismo coercitivo para disciplinar al individuo, un ejemplo de ello es el panóptico, un lugar de encierro donde los reclusos son observados pero no saben por quién ni en qué momento, su actuar es disciplinado en tanto se hallan en una constante incertidumbre y tensión.

El asilo psiquiátrico, la penitenciaria, el correccional, el establecimiento de educación vigilada, y por una parte los hospitales, de manera general todas las instancias de control individual, funcionan de doble modo: el de la división binaria y la marcación (loco-no loco; peligroso-inofensivo; normal-anormal); y el de la asignación coercitiva, de la distribución diferencial (quién es; dónde debe estar; por qué caracterizarlo; cómo reconocerlo; cómo ejercer sobre él, de manera individual, una vigilancia constante, etc.)[11]

Por supuesto que esto resultara en una disciplina tal que la sociedad o los individuos tengan una plena conciencia del sentirse vigilado y visto, nada puedes hacer sin que seas observado o escuchado, haciendo posible que el poder funcione de forma automática, “el que esta sometido a un campo de visibilidad, y que lo sabe, reproduce por su cuenta las coacciones del poder; las hace jugar espontáneamente sobre sí mismo; inscribe en sí mismo la relación de poder en la cual juega simultáneamente los dos papeles; se convierte en el principio de su propio sometimiento”.[12]

Entendamos entonces al panóptico no como una mera máquina de poder, sino como un todo donde se gesta, incluso desapareciendo físicamente, una nueva conciencia política y productiva de control y dominación, donde se gestan las sociedades disciplinarias. Teniendo por un lado la disciplina bloqueo o la institución cerrada y por el otro el panoptismo de la disciplina-mecanismo, “un dispositivo funcional que debe mejorar el ejercicio del poder volviéndolo más rápido, más ligero, más eficaz, un diseño de las coerciones sutiles para una sociedad futura”.[13]

Entonces ubiquemos el surgimiento de las sociedades disciplinarios a partir del siglo XVII al XIX, teniendo su esplendor en el XX, claro esta con su antecedente en la lucha de las razas donde la historia bíblica es ubicada como una contrahistoria, pero que al proclamarse “vencedora” pasa a formar nuevamente un status quo que permanecerá hasta nuestros días, recordemos que las sociedades disciplinarias no las podemos situar en una institución especifica ya que opera de forma más articulada y con un alto grado de complejidad, teniendo a su alcance o mejor dicho, desarrollando mecanismos que le permitan dominar y controlar al ser humano.

En consecuencia la disciplina se erige como la gran forma de ordenación de la vida humana que garantice el poder de unos cuantos, teniendo tres criterios fundamentales que permitan su ejercicio: “1) hacer el ejercicio de poder lo menos costoso posible. […] 2) Hacer que los efectos de este poder social alcancen su máximo de intensidad y se extiendan lo más lejos posible, sin fracaso ni laguna y 3) ligar en fin este crecimiento “económico” del poder y el rendimiento de los aparatos en el interior de los cuales se ejerce”.[14] Respondiendo a una coyuntura especifica, por un lado el gran crecimiento demográfico del siglo XVIII y a su vez el crecimiento del aparato productivo.

Hasta este punto hemos dado un breve recorrido por las principales ideas de Foucault respecto de las sociedades disciplinarias, es pertinente entonces entrar a lo que Deleuze denomina las sociedades de control.

Sobre Deleuze se han mencionado algunos conceptos aportados para entender el control bajo el cual se rige la sociedades, se hablo del deseo y del delirio como formas de dominación que le han servido al poder capitalista de tal suerte que mantienen bajo un estricto control a la población “productora”.

Comencemos por adentrarnos un poco a la cuestión del deseo como dispositivo bajo el cual la sociedad permanece controlada, ya no se trata del encierro y de el vigilar, se trata del consumo y el deseo que sintamos por las cosas y de la construcción que se va haciendo para entrar en dicha estructura social, pensemos que “la sociedad capitalista es la isla del deseo. Todo esta codificado para ser consumido. Es como una enorme máquina de tritura, de devorar y asimilar deseo”.[15] En este sentido el autor propone tres tipos de cuerpos sociales: cuerpo de la tierra, cuerpo despótico y cuerpo del capital dinero, que es el que toca para ente ensayo.

El cuerpo del capital dinero o capitalismo tardío corresponde a las sociedades actuales, en las cuales el deseo se privatiza. Se lo retira de lo social. Se lo retrotrae a la vida privada, al dormitorio paterno, a la cama de mamá y papá. Aparece la familia como el papel atrapamoscas de las intensidades deseantes. Pero el deseo es demasiado potente para mantenerlo encerrado en la pegajosa intimidad de un dormitorio. El deseo estalla, quiere escaparse por las grietas de los muros familiares, salir afuera, corretear, jugar, revolucionar, crear. Es para neutralizar esta potencia del deseo que se trata de encadenar a Edipo, invento del psicoanálisis; o al consumo, invento del capital.[16]

Es claro que el control se ejerce de una forma tal que opera al igual que la sociedad disciplinaria en una doble coacción, es decir, por un lado individualiza al hombre destruyendo todo contacto social de entendimiento bajo una supuesto deseo, pero que es generado por el capitalismo, y por la otra hace al hombre homogéneo en sentido tal que permita al capitalismo generar más riqueza, el valor recae exageradamente en el dinero, no importa ya, si eres observado, importa un nuevo tipo de encierro que gira en torno al consumo, en torno a cuánto y qué es lo que tienes.
“El capitalismo, como organización social de la producción deseante, se define, por una parte, por la destrucción de códigos de grupos, propios de las sociedades pre-modernas. Y, por otra, por la abstracción de la intensidad deseante. Todo deseo es subsumido bajo la categoría abstracta de la mercancía y el dinero”.[17] La sociedad entonces ya no opera bajo un estricto orden disciplinario, sino más bien bajo un estricto orden de consumo y de deseo de cuestiones tan abstractas que a final de cuentas resultan en nada para el hombre y en mucho para el orden capitalista.

Pasemos entonces a lo que Deleuze denomina la sociedad de control, menciona que a diferencia de Foucault y la sociedad disciplinaria situada en un contexto donde los grandes centros de encierro operan de manera analógica, es decir, pasar sucesivamente de un circulo a otro, quedando en un determinado momento terminadas, refiere que la sociedad de control esta sustituyendo a la disciplinaria.

El autor nos refiere entonces, una sociedad no acabada sino más bien una sociedad de proceso, donde lo numérico comienza a desplazar lo analógico, siendo el primero el mecanismo por excelencia del control, del capitalismo tardío.

Los encierros son moldes o moldeados diferentes, mientras que los controles constituyen una modulación, como una suerte de moldeado autodeformante que cambia constantemente y a cada instante, como un tamiz cuya malla varía en cada punto. […] En las sociedades disciplinarias siempre había que volver a empezar (terminada la escuela, empieza el cuartel, después de éste viene la fábrica), mientras que en las sociedades de control nunca se termina nada: la empresa, la formación o el servicio son los estados metaestables y coexistentes de una misma modulación, una especie de deformador universal.[18]


Entonces podemos hablar de la sociedad de la información, pero en el sentido más adverso de la palabra, ya que opera sólo como eso, un mero cambio de información de forma tan vertical que pasa casi desapercibida al existir grandes cantidades de la misma, no importa qué dicen ni cómo si no lo que venden y lo que nos hacen ser, que cosa eleva nuestro status social. “En la actual situación, el capitalismo ya no se concentra en la producción, a menudo relegada a la periferia tercermundista, es un capitalismo de superproducción. Lo que intenta vender son servicios, lo que quiere comprar son acciones. No es un capitalismo de producción sino de productos, es decir, de ventas o de mercados”,[19] a diferencia de la disciplina donde la fabrica es el centro de encierro y el capitalista es el dueño tanto de los medios de producción como de otros centros de encierro.

Deleuze nos esta marcando claramente la transición de una sociedad a otra, ya no hablamos de un valor de uso, tampoco de cambio, sino de un valor simbólico, donde importa sí cuanto vale, pero importa más el grado social que eso te permite alcanzar, donde el marketing y la publicidad acaparan con productos banales que el hombre no necesita, pero donde se crea esa necesidad de necesitarles, “ofertándonos” una identidad y un sentido de pertenencia que nos incorpore a la superproducción de la sociedad de control.

Es pertinente hablar entonces, de una crisis que se ve orientada o que al menos en principio esta inmersa en la gran red del control, un control que te dice a donde ir, que escuchar, qué comprar y cómo comportarte. Un control desmedido que ya no requiere del encierro sino del dinero, un control del deseo, una construcción social ya no de relaciones humanas sino de relaciones informáticas, de dictaduras empresariales que “disponen” de servicios para mejorar la calidad de vida de un pequeña parte de la población mundial, recordemos que a la fecha más de la mitad del planeta vive en situación de pobreza. “Ahora, el instrumento de control social es el marketing, y en él se forma la raza descarada de nuestros dueños. […] El hombre ya no esta encerrado sino endeudado. Sin duda, una constante del capitalismo sigue siendo la extrema miseria de las tres cuartas partes de la humanidad, demasiado pobres para endeudarlas, demasiado numerosas para encerrarlas: el control no tendrá que afrontar únicamente la cuestión de la difuminación de las fronteras, sino también la de los disturbios en los suburbios y guetos”.[20]

III.- A manera de cierre.

A lo largo de este breve ensayo, se han abordado las postulados generales de las teorías de Foucault y Deleuze sobre las sociedades disciplinarias y las sociedades de control respectivamente. Ahora bien, toca hacer un pequeño acercamiento con una realidad que si bien no es la real si es la que desde mi perspectiva se acerca más, por eso decidí tomar como referente la película Storytelling, ya que muestra un panorama algo bizarro de la sociedad pero que resulta en que la sociedad es bizarra y es compleja, pero que también habla de una sociedad inmersa en una disciplina, orden o control y que día a día reproduce los patrones de conducta que dicta el poder.

Podemos encontrar entonces en ambas historias, todos los mecanismos mencionados anteriormente tanto de Foucault como de Deleuze, se puede observar que en la primera parte de la película la disciplina a través de la institución escolar se encuentra presente, pero también el deseo hace notar su presencia, y el delirio juega un papel importante que hace reflexionar sobre nuestro comportamiento ante la sociedad, lo legitimado y lo no legitimado, que se ve como ficción y que se ve como realidad.


En la segunda parte, sucede lo mismo, cada personaje encarna un punto de la sociedad y actúa bajo la estructura social hegemónica, por ejemplo, se desea ser conductor de un talk show, se localiza el deseo construido, pero no quiero estudiar para ello, se busca una línea de fuga, el padre trabaja para adquirir un nivel de vida que no tiene en un trabajo exprímete, sociedad disciplinaria, pero a la vez control, se te impone lo que debes desear y querer no importa el por qué lo quieres simplemente lo deseas, el niño y el ama domestica es el juego del poder donde la tensión es constante y la acción dual repercute en cada uno, el se sabe el dominador, ella la dominada pero no caen en le juego de amo-esclavo de la democracia aristotélica.

En general vivimos estructuras sociales tanto disciplinares como de control, pienso las dos operan a la par y a diferencia de Deleuze, no veo la difuminación de la sociedad disciplinaria, más bien creo que la disciplina servirá como un mecanismo que el orden necesitará cuando la sociedad encuentre su gran línea de fuga y de igual forma al disciplina encuentra en el orden la forma de dominar mucho más sutilmente, casi desapercibido.

En conclusión disciplina y orden son la base de una estructura de poder que pareciese inamovible, son mecanismos dicotómicos que van estrechamente ligados y que pareciese están a punto de encontrarse si no es que ya se encontraron, pero que dejan pequeñas migajas en el camino para desestructurarlos o al menos moverlos y que el status quo deje de operar, al menos en principio.












Bibliografía.

Canetti, Elías. Masa y poder. De Bolsillo. Barcelona. 2005.


Deleuze, Gilles. Conversaciones. Pretextos. España. 1999

Deleuze, Gilles. La producción social del deseo. http://www.estherdiaz.com.ar/textos/deleuze.htm [Consulta en línea 29 de junio 2009]

Foucault, Michel. El poder: cuatro conferencias. UAM. Libros del Laberinto. México. 1989

Foucault, Michel. Hay que defender la sociedad. Akal. España. 2003

Foucault, Michel. Vigilar y Castigar. Siglo XXI Editores. Buenos Aires.2004

Weber, Max. Economía y Sociedad. FCE. México. 1997

* Programa televisivo donde un presentador entrevista a personajes “importantes” del medio, ya sea artístico, político o social.
[1] Elías, Canetti. “Las entrañas del poder”, en Masa y poder. De Bolsillo. Barcelona. 2005. P. 319
[2] Michel, Foucault. “¿Por qué estudiar el poder?, en El poder: cuatro conferencias. UAM, Libros del Laberinto. México. 1989. P. 13
[3] Ibíd.
[4] Gilles Deleuze. La producción social del deseo. [Consulta en línea 29 de junio 2009]
[5] Ibíd.
[6] Max, Weber. “Los tipos de dominación”, en Economía y Sociedad. FCE. México. 1997. P. 170
[7] Op. Cit, Foucault.
[8] Michel Foucault. “Clase del 28 de enero de1976”, en Hay que defender la sociedad. Akal. España. 2003. P. 65.
[9] Ibíd.
[10] Michel Foucault. “El panoptismo”, en Vigilar y Castigar. Siglo XXI Editores. Buenos Aires.2004. P. 202.
[11] Ibíd.
[12] Ibíd.
[13] Ibíd.
[14] Ibíd.
[15] Op. Cit. Deleuze.
[16] Ibíd.
[17] Ibíd.
[18] Gilles, Deleuze. “Política”, en Conversaciones. Pretextos. España. 1999. P.6
[19] Ibíd.
[20] Ibíd.

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